Esa fiesta de extranjeros [Libre]

-Valla tenemos gustos parecidos-

Dije sacando el papel que contenía información de el, se la di y le seguí haciendo preguntas, preguntas importantes.

-Tiene familia?-

Le pregunte a el mientras dejaba los papeles de los demás en medio de nosotros, me frote los brazos, ni con el mismo sueter que traía alcanzaba para no estarme congelando.

-Te vez bien con la chamarra aunque no sea de tu gusto-

Dije, pasando una mano por mi cabello.

Seguia esperando, la respuesta de el mientras metia mis manos por dentro del sueter, talvez asi teniendo mas calor, pero era inutil en realidad me estaba congelando.

-Si quiere saber algo de mi, no dude en preguntar-

Observó los papeles; allí estaban todos; el Shogun, el aprendiz, el asesino, el guardaespaldas y los jefes menores, hasta el hombre negro que acompañaba de vez en cuando al jefe estaban allí en aquellos archivos. –No, al menos no vivos- dijo secamente. Al oír el elogio de aquella muchacha la miró, extrañado y con la cabeza ligeramente ladeada- ¿Ah? Bueno, gracias…- No supo que más decir, ya que realmente no comprendía para nada aquella clase de comentarios, ni quería dar pie a que su colega supiera eso.

Hizo cómo si tosiera para romper el silencio incómodo que se había formado, pensando en qué podía preguntarle: decidió empezar por lo más obvio –Si lleva trabajando para Shiki-sama durante tanto tiempo, cómo es que nunca la hemos visto, Watanabe-san?-

-La pregunta del millón, por que nunca me habían visto, bueno en realidad yo le había rogado a Shiki que me dejara seguir intentando practicar, blancos en movimiento, no como yo acostumbraba matar, también me encargaba de asuntos fáciles, como policías que no hagan pagado lo que debían o detectives que habían hablado de mas-

Le dedique una sonrisa y seguí viendo el portafolio.

-Que harías si te enteraras que tu familia, o bueno alguien de tu familia vive?-

Le pregunte con una voz dulce intentando no pasarme al parecer los elogios no eran buena idea con el, así que debía pensar en otra cosa para llevarme bien con mi nuevo compañero.

-Hey pero no te preocupes si intentan matarte, te protejere, después de todo, seremos un equipo-

Dije riendo, pensando que yo siempre había estado sola, nadie me cuidaba, las calles eran oscuras y frías, y siempre me había rascado con mis propias unas, sin pensar en nadie, hasta que un día Shiki me saco de mi oscuridad.

Le debía mucho, por eso trabajaría para el siempre, con eso talvez algún día logre pagarle mi libertad y el hecho de que no siguiera viviendo en las calles, pudiéndome por dentro como llevaba haciéndolo tanto tiempo.

Entendió perfectamente el trasfondo de aquella mujer; comprendía ahora porqué no la conocía, y más importante, empezaba a considerar que decía toda la verdad. Todo aquello concordaba con la forma de pensar del hombre al cual ambos servían; había sido muy astuto dejarle los trabajos fáciles pero visibles a alguien que se fundía tan bien con el entorno. Aquella colega suya ya le caía un tanto mejor; aunque no había probado su total sinceridad ni había dado prueba alguna de su honor, era valiente al decirle todo eso sin tener miedo de sus reacciones.

La pregunta de la rubia lo sorprendió; la miró alzando una ceja y le respondió aquella extraña pregunta: -En primer lugar, si alguna persona clama pertenecer a mi familia, me vería en la honorable obligación de protegerlo y ayudarlo, aunque primero esa persona tendría que demostrar que pertenece a mi línea de sangre- Entornó sus ojos, sería sumamente extraño encontrar a alguien que perteneciese a su familia, ya que, según lo que él sabía, no había ningún otro Heiwajima fuera de Aomori o de Hokkaido. Suavizó sus gestos, suspirando –Es bueno saber que está dispuesta a hacer algo cómo eso por mí, Watanabe-san, si servimos al mismo Señor tenga por seguro que yo también la protegeré de la muerte y del daño- Asintió con la cabeza, casi haciendo de nuevo la reverencia formal con la que la había saludado.

Le dedique una calidad sonrisa, valla que caballeroso, eso de defenderme jamas lo habia escuchado pero a fin de cuentas era mi compañero, y supongo que lo hizo por siemple cortesia.

-Que amable Heiwajima-sama-

Finalize agradeciendole y sacando un pequeño paquetito de una de las bolsas de mi sueter, habia comprado pequeños bombones cubiertos de chocolate oscuro y adornados con unas pequeñas fresas en la parte superior, habia comprado muchos, para toda la gente de la mafia.

-Tome-

Lo puse en medio de mis manos y se lo ofresi, tenia uno para cada miembro y uno un poco mas grande para Shiki, pero supongo que ese ya se lo daria en esa dichosa fiesta a la que me habian invitado, aunque me parecia muy poco formal una invitacion por e-mail, pero que mas daba, solo seria un dia, un rato y luego de vuelta al trabajo, pero eso de ir armada era extraño.

-Planeaba darle uno a cada integrante-

Volvi a sonreirle esperando a que tomara el dulce, mientras yo tenia mi cabeza agachada en forma de respeto.

-No soy su amo, Watanabe-san, no use ese honorífico tan formal conmigo, por favor...-

Observó por un momento el dulce; no acostumbraba a comer chocolate, aunque debía aceptar que era algo que le encantaba. Aquella pequeña muestra de afecto por parte de la rubia suavizó más su expresión, ya que, suponía, ella realmente deseaba hacer parte de aquel grupo. –Es lo menos que puedo hacer, señorita- Le respondió –Y sé que habrá muchos quienes estarán felices por ésta muestra de afecto- dijo, tomando el chocolate y pensando en la cara de alegría que pondría su superior, el pelirrojo, al saber que una chica le regalaría un dulce.

Le agradeció con una reverencia y le quitó el envoltorio al dulce, rompiéndolo en dos para darle una de las mitades a ella. Le tocó el hombro y se lo ofreció –No tiene sentido dar sin recibir- sonrió ligeramente y se comió el dulce, disfrutando la sensación.

Una muestra de amabilidad con ella era tan rara en realidad no sabía cómo reaccionar, así que rechazo el dulce con la mano, y se paro, se sacudió la ropa y se dio la vuelva, tenía miedo, las muestras de afecto significaban muchas cosas y ella no quería tener nada que ver con esas cosas en su vida, siempre que alguien quería algo era amable con una hermosa sonrisa y un dulce acto, siempre querían algo, no no ella nunca se dejaría.

-Heiwajima-kun, por favor consúmalo usted, no puedo resivirselo, después de todo fue un regalo-le dije al chico rubio, con esos hermosos ojos azules que estaban haciendo que me derritiera, pero no, era mi compañero de equipo y no podía pensar de el de otra manera, solo un compañero, nunca algo mas, aparte no tenía tiempo de eso.

Me acomode mi gorro, y empecé a pensar en que me pondría para la fiesta esa, una blusa sencilla o un simple vestido, lo más sencilla posible sería perfecto.

[Perdon esta muy corto]

“¿Qué hice mal? ¿Qué hice mal?” resonaba en su cabeza esa pregunta, cómo un susurro oscuro proveniente de algún rincón temeroso de su ser. La repentina partida de la muchacha lo había dejado más confundido que nunca, sentado cómo un tonto con medio chocolate en la mano, mirándole sin saber qué hacer. “¿Es odio? No, el odio hace que te quedes mirando con rabia lo que te enfurece. Tampoco hade ser prisa, porque no demostraba tener afán alguno…”

Al notar los gestos rápidos de la muchacha, combinados con sus palabras corteses, llegó a una conclusión sencilla; “Entonces es miedo…”. Se paró de aquella banca, dispuesto a seguirla, pero negó con la cabeza, no era cortés ir detrás de una persona que sentía miedo, ni era honorable preguntarle a una mujer las razones de sus sentimientos. Después de todo, él no era nadie para preguntarle sobre sus asuntos y sus problemas personales, ella no le había brindado tanta confianza.

Y ahora que lo pensaba, tal vez nunca se la daría.
Se quedó allí parado, mirando al suelo, aún confundido por lo que había pasado, y se comió aquel dulce que tenía en la mano, susurrando una vieja palabra de agradecimiento –Katajikenai…-

Había sido muy grosera, regreso arrepentida por su acciones, agarro la cara de el y deposito un delicado beso en los labios de el, sus labios apenas se tocaron, fue solo una pequeña demostración, sus largos dedos estaban entre el cabello rubio del chico y sentía como ese cabello rodeaba sus dedos, era un cabello bastante suave.

-Esto quiero evitar, pero pudo ser una buena alumna, seria usted mi maestro y aprendería todo lo necesario de la mafia-

Fue lo único que dijo para luego volverse a sentar a lado de el, se había pasado mucho, no pudo evitar sonrojarse, era malo lo que había hecho y ella lo sabia pero no podía retroceder el tiempo.

Dos faltas frente a un compañero, que falta de respeto había cometido, pero debía demostrarle que era lo que quería evitar.

-Perdón por el beso, pero era la mejor forma de demostrar por que me aleje-

Se acomodo un mechon de cabello atrás de la oreja esperando la seguramente molesta respuesta de su compañero.

Sus enemigos, vivos y muertos, pagarían una fortuna por ver su rostro en aquel momento; Heiwajima Tsugaru, el asesino, el tipo que cortaba enemigos y obedecía órdenes cómo ninguno, estaba sonrojado cómo un escolar y quieto cómo una estatua. Su mente se había callado de repente y se había quedado en blanco; las acciones de aquella muchacha no tenían sentido claramente, y sus reacciones tampoco.

Se sentó en la banca dejándose caer, sin pensar siquiera en si le había gustado o no; lo cierto es que no había entendido absolutamente nada. Se sentó y agachó su cabeza, casi que poniéndola entre sus rodillas, con los codos sobre sus muslos, más que para pensar e ignorar la situación un rato, para que la rubia no viera el sonrojo escarlata que le teñía el rostro. Suspiró y pensó en que, de todo lo que había aprendido en la vida, nada le había servido para comprender el porqué de ese momento de contacto.

Aplicó lo único que podía hacer; se calmó, casi que a la fuerza, ordenó de nuevo todos los hechos y las palabras en su mente caótica, encontrando de alguna manera la serenidad que siempre lo acompañaba. –No entiendo nada. Absolutamente nada- Dijo con algo de frustración –No entiendo porqué tuvo miedo, no entiendo porqué me tocó de esa manera, ni entiendo qué tiene todo eso que ver con que yo le enseñe las maneras, los modales y las costumbres de la Organización- La miró de nuevo con dureza, al notar que aquel tinte ya había desaparecido casi por completo de su rostro.

Acerco de nuevo sus labios a los de el haciendo el beso aun mas profundo, no esperaba esa respuesta, ni había tenido ninguna reacción así de ninguno de sus antiguos novios.

-Quiero ser su alumna-

Le dio un beso en la mejilla por alguna razón se veía dulce al estar confundido y sexy al estar serio, eso le gustaba un poco, y era algo que jamás pensó sentir en toda su vida.

-Quiero que me enseñe todo lo relacionado con la mafia-

Su voz ya sonaba mas inocente, se sorprendió a si misma cuando salio ese tono de voz de ella.

-Porfavor-

Ya era un susurro, estaba roja sin darse cuenta, pero sentía sus mejillas cálidas, y supuso que fue por el segundo beso.

Aquello era suficiente.

Tomó con fuerza a aquella muchacha de los hombros, sentándola en la banca firmemente; no entendía sus acciones, aunque sí sus intenciones. La miró a los ojos, más serio que antes, y le habló mirándola a los ojos –Suficiente contacto por hoy. Si usted desea ser mi alumna, muchacha, le aconsejo que modere esas expresiones de afecto; apenas la conozco. No es correcto andar por ahí dándole besos a hombres de quienes apenas sabe una o dos cosas. Si desea aprender de mí, tendrá que seguir mis órdenes. Aquí está la primera: No se besa o se toca a quien no se conoce-

La soltó y miró para el frente –La segunda, es mantenerse enfocado en las circunstancias actuales, y no perderse del momento sólo por sentir miedo, culpa o ira. La calma es la mejor aliada de cualquiera de nosotros- La miró de nuevo, refiriéndose al momento en el que había huido de él –Si entiende eso, sobrevivirá a la más dura de las batallas, sin importar la fuerza de su adversario-

-Maestro usted bajo la guardia cuando lo bese-

Dijo riendo y apartandose de el, tenia razón mucho contacto por el día de hoy, seria mas interesante sorprenderlo después ya que ahorita debía concentrarse en poner atención a todo lo que el le indicara.

-Aunque sensei, si yo hubiera sido su enemiga y lo hubiera besado, usted hubiera bajado la guardia y yo lo podría haber matado-

Dije ansintiendo con la cabeza y mordiendome el dedo menor.

-Aunque debe admitir que beso bien y es una buena tactica contra un enemigo, casi nadie se resiste a los encantos de una mujer-

Le guino el ojo y le volvio a su habitual seriedad y frialdad.

-Bueno algo mas que deba saber?-

Le dedico una media sonrisa.

-Falso- le dijo –No tuve guardia porque confié, confié en que, al ser mi colega, no tomaría una acción tan poco honorable, aunque si usted lo prefiere, desconfiaré de usted y me dispondré a derribarla cada vez que tome un curso de acción cómo ese- La miró negando con la cabeza; no sería difícil derrumbar un cuerpo tan ligero cómo el de ella. Al ser mujer, sus articulaciones serían más fáciles de desencajar, y podría fácilmente vencerla con su wakizashi. –Y no sé si besa bien. No tengo ningún parámetro de comparación- Aceptó, aquel había sido su “primer beso” cómo lo llamaban los jovencitos, y aunque para él no era más que un recuerdo incómodo, para ella no parecía ser así.

-Las sonrisas y el encanto no sirven para detener golpes ni disparos, así que es mejor dedicarse a perfeccionar la concentración que a practicar con el carisma- Se concentró momentáneamente –Con o sin encantos, las mujeres también sangran y también mueren. Mantenga eso en mente cuando luche contra los enemigos de nuestro Señor, Watanabe-kouhai- le dijo usando el sufijo para los aprendices y los sirvientes de menor rango.

Quiso abrazarlo pero se contuvo, pero a pesar de eso agarro su mano, y se la puso en el corazón.

-Me asusta, si un poco, pero no deseo que me derribe, si me lastimo me seria muy difícil protegerlo, aunque no dudo que daría mi vida Sensei-

Aparte su mano y volví a ser la típica Erika Van Watanabe seria y cruel, la cual deseaba mas que nada, ser aceptada por su nuevo maestro aunque tuviera que concentrarse y ser fría y seria como el.

-Permitame mostrarme de nuevo como la Erika que soy cuando estoy en una misión-

Estaba enojada consigo misma por perder el control, pero que mas daba, lo mejor era tranquilizarse, y pensar fríamente la situación, debía no dejarse llevar por sus emociones, no de nuevo.

Ésta vez, estaba preparado, y sabía que hacer; no soltó su mano, ni siquiera hizo señal alguna de asco o de disgusto. Tan sólo la tomó y la escuchó, sintiendo los latidos de aquel corazón por debajo de la piel y de la ropa. Las palabras de esa chica habían conmovido algo de su seriedad, si aquella mujer era sincera, y realmente quería dar su vida con el ánimo de protegerlo, entonces él la apreciaría más. Acarició ligeramente la mano de la rubia antes de que ella volviera al que parecía su estado normal.

Suspiró profundamente, reflexionando sobre lo que iba a decir –Es usted una mujer sumamente extraña, Watanabe-kouhai, más, cuando dice cosas significativas y sinceras, su extrañeza refleja buenos modales y un gran deseo de mejorar- Se permitió una ligera sonrisa ante ella –Está bien que se muestre fría y calmada en las misiones, pero lo mejor es, realmente, no ser demasiado estricto ni demasiado laxo; mucha presión agrieta con la mente, y demasiado poca la vuelve débil...- Esperaba que entendiese realmente sus palabras, aunque le resultasen algo confusas –Tan sólo cálmese, sin necesidad de mantenerse en tensión todo el tiempo, kouhai-

-Entiendo Heiwajima-kun-dije tranquilizandome y suspirando, le sonrei ya mas tranquila borrando de mi mente el beso.

-Entonces debo ser una mujer tranquila, aun en misiones-la pregunta era para confundirlo, yo sabia que no, cuando mataba ni los veia a la cara, ya no necesitaba hacerlo, la practica me enseño como matar sin ver, aunque corrieran sabia que una bala mia siempre los alcanzaria.

-Me enseñara a pelear con las manos-toque mi pistola, era mi unica forma de defenderme, nunca habia sido buena peleando cuerpo a cuerpo, de hecho era bastante inutil en una pelea asi.

Sabia que si alguien me golpeaba, moriria sin salvacion alguna, era muy fragil, siempre lo habia sido, pero nunca me importo, o bueno nunca lo habia hecho, creo que en estos momentos era en los pocos que pensaba en las peleas asi.

Miró al arma de fuego, suponiendo que aquella mujer tan sólo sabía disparar y correr, cómo la mayoría de personas en los rangos menores de la Organización. –Con las manos, las piernas, y con cualquier cosa que esté por ahí…luego podremos pasar a las espadas- Se guardó las manos en los bolsillos; se demoraría bastante al principio, ya que aquellos que se acostumbraban a las armas de fuego solían ser sumamente torpes en otros estilos de combate. Se sentía mejor al ver que la rubia estaba empezando a comprender las cosas, aunque no esperaba mucho de ella, ya que no la conocía muy bien.

-Bien, ya está entendiendo, aunque tengo que decirle que primero tendrá que aprender, y luego luchará. No tiene sentido aprender sobre la marcha, más aún algo tan importante- Suspiró – tendrá que aprender a despegarse más de esa arma de fuego –dijo señalando su cintura.

Saque mi arma de mi bolsa al escuchar esas palabras y se la ofresi, no me molestaba estar sin pistola, por mucho tiempo estube sin ella, vivi en las calles sin nada, un tiempo sin mi pistola no me haria daño, talvez hasta me hacia bien.

-Tome Heiwajima-Kun-dije quitandole las balas a mi pistola y mentiendolas a mi bolsa, no se la daria cargada, aun no confiaba tanto en el.

Sonrei de nuevo en direccion a el, estaba feliz de poder darle mi arma a alguien por alguna razon era como si me quitara un peso de ensima, aunque bueno para llegar a ser guardaespaldas del señor Shiki me faltaba muchisimo, asi que era mejor enteder lo que mas pudiera.

-Y lamento informarle que si soy una mujer muy extraña-admitia su propia rareza, extraño pero empezaba a sentir confianza con su nuevo maestro.

Recibió aquella arma sin cargar; si dependiera de él, la botaría allí mismo, más eso sería peligroso e incluso estúpido, así que tan sólo la guardó en su chaqueta, suponiendo que luego se la daría a su sempai o la dejaría en algún lugar, escondida. –Interesante elección– admitió tras guardarla –La mayoría de miembros menores no sueltan sus armas de fuego; sus acciones tan sólo confirman esa idea de extrañeza. Pero igual, no se preocupe, al parecer puede ser una mujer extraña, más no es tonta o peor, ignorante- No sabía cómo afectarían sus palabras a su aprendiz, ya que, aunque eran sinceras, podrían sonar a una lección demasiado rígida.

Pensó por un momento en qué hacer; no tenía sentido buscar pelea en aquel momento, siendo que ambos tenían asuntos que tratar. –Considero que eso será suficiente por hoy; una lección cada día, así será de ahora en adelante, Watanabe-kouhai, ni más ni menos. Hay muchos asuntos que tratar, y el que nos trajo a éste lugar no tiene nada que ver con armas o peleas, creo yo- Se levantó y estiró la espalda para luego recoger las carpetas y los documentos y dárselos a la rubia.

-Tomelo como un perdon por el beso, aunque bueno no besa mal sensei-rei un poco, y luego me acorde de las compras navideñas, aun no habia adornado para nada mi casa, luego tenia que ir a arreglar para la fiesta navideña esa que habian organizado.

-Desea que lo acompañe-pregunte a mi nuevo sensei, tomando mi bolsa y poniendome de pie, estaba totalmente indefenza, ya que no tenia arma ni nada, supongo que sacare la de la caja fuerte para la fiesta esa, tenia que ir armada, por lo que decia la invitacion en esas pequeñas letras que nadie se detiene a leer.

-O va a ver que ponerse para la fiesta?-le pregunte en un tono un tanto sarcastico, no veia a mi sensei comprando un traje para una fiesta que era totalmente absurda, estaba segura que mas de una persona moriria hay.

Maldijo su sangre, esa que se agolpaba en su cara al oír un cumplido tan absurdo cómo innecesario –No beso, no sé nada de esas cosas, mujer- Dijo de forma rápida, con su ceño fruncido y sus ojos entornados al frente, cómo siempre. –Y realmente, si quisiera que me ayudase a conseguir un juego de luces para mi apartamento…- Miró hacia un lado –No tengo ni idea sobre decoración, es más, a duras penas sé para qué sirve la electricidad, así que me gustaría que me ayudase a elegir lo que necesito...Y sobre la fiesta, aún no tengo idea de qué ponerme, no se ha discutido nuestro curso de acción aún- Dijo, recordando el mensaje del segundo al mando sobre una reunión privada al otro día.

Se emociono, y lo agarro del brazo sin besarlo ni nada, solo cruzo su brazo con el de ella, lo habia hecho apenarse con lo que habia dicho y eso la hacia un tanto feliz.

-Bueno sobre las luces, depende que colores quiere-ella como toda mujer era buena convinando colores o pensando como se verian bien, se sonrojo en el instante que noto que estaba agarrando el brazo de el, ahora faltaba ver si el no se partaba de ella bruscamente, o si dejaba pasar el momento y la hacia un poquito feliz.

-Creo que unas luces que ahorren electicidad estarian bien-puso un dedo en su menton y se puso a pensar donde podrian encontrarlas.

-Yo tambien venia a comprar luces, que coincidencia no?-le pregunto a su sensei aun agarrando delicadamente el brazo de el, estaba actuando como actuaria cualquier chica de su edad, ahora solo faltaba ver como actuaria el.

Entender a las mujeres era una causa perdida. Decidió al sentir el brazo de aquella chica sobre el suyo; ni se apartó ni se apegó, lo dejó pasar, esperando que ante el contacto, ella decidiera no seguir adelante con sus intentos de tenerlo cerca de esa forma. Si aquello era una guerra, prefería rendirse en esa batalla para no terminar en medio de otro desastre cómo aquel beso. Caminó hacia la plaza del centro comercial oyéndola -No tengo idea aluna sobre el color, y me parece sensato ahorrar energía…- dijo simplemente – Es algo lógico que nos encontremos en éste lugar, , estamos en época de esa fiesta de extranjeros, así que muchos vienen a comprar ese tipo de mercancía para sus casas…-

Siguió caminando sin decir nada, pensando de repente en que se arrepentía de no haber llevado su kiseru.

No hizo nada, tenia la lejana idea, que el llegara a ceder, y pudiera perder esa actitud fria con ella, pero tampoco lo presionaria, no aparto su brazo, al contrario siguio caminando agarrandolo del brazo.

-Bueno creo que el color azul o unas simples le quedan bien a cualquier lugar-fue lo unico que dijo, para luego bajar un poco su brazo y rozar la mano de el, pequeñas señales que un hombre que no se interesa por las mujeres no los notaria.

-Heiwajima-kun?, que color es su favorito?-fue una pequeña pregunta para darse una ligera idea de las luces que podria comprar.

-Pero eso no es sierto, la gente viene a comprar regalos, para estas fechas muchos ya adornaron sus casas, asi que hay que tomarlo como una coincidencia-sonrio y se sonrojo un poco, una coincidencia que le habia agradado a ella.