Caminaba por las oscuras calles de Rusia, a paso lento, tenia las manos adentro de mi chamarra, estaba algo adormilada, el viaje me había dejado muerta, pero bueno después de darle mi arma a mi sensei, me dispuse a comprarme otra, definitivamente no podía hacerlo en Japón, el se daría cuenta y se enojaria, me quite los lentes oscuros, y empecé a acercarme a los estantes, veía armas comunes, nada que me llamara la atención, y mereciera que sacara dinero.
-Me muestra esa blanca-
Dije en un perfecto ruso, al tipo que vendía armas, era algo viejo, pero que importaba, el simple hecho de estar desarmada ya la hacia sentir indefensa, agarro el arma y revisó cada detalle, era hermosa sin duda, era casi su estilo, sobre todo por que era elegante.
Pero la elegancia valía poco si no era una buena arma, me pregunte si seria conveniente regalarle una al sensei, pero de repente eso se esfumó, prefería ser dulce, en lugar de ruda.
Aunque ser seria también funcionaba con el, ella le había dado su primer beso, era bastante bueno en todo sentido, era educado, caballeroso, era perfecto.
-Estas enamorada o enferma Erika?-
Seguí comprobando que el arma estuviera bien, pensando en cual seria el siguiente regalo para mi sensei.