Esa fiesta de extranjeros [Libre]

Retiró la mano., Ah, cómo odiaba aquel juego sutil de las damas y de los amantes de tocar y tentar sin saber las consecuencias; la cortesía le impedía ser rudo, y la simpatía no le permitía ser totalmente directo. La cautela se impuso en el momento, y actuó como si nada de aquello hubiera pasado. Asintió y le respondió –Casualmente ha mencionado usted el color que más me gusta, azul, cómo el cielo y cómo el mar- dijo llanamente, preguntándose por qué había tomado de repente la decisión de llamarlo con un sufijo tan informal.

-Bueno, tal vez sea así…- Se encogió de hombros –No lo sé realmente, es de la primera vez que deseo ser parte de ésta celebración, así que realmente no tengo idea…en el caso de ser un encuentro, dudo que sea casual, bien es sabido que en éste mundo no existen las coincidencias- Repuso seriamente. No comprendió porqué la muchacha se sonrojaba de forma tan evidente; le devolvió la sonrisa ligeramente, suponiendo que ella se sentía feliz de no estar sola en aquella zona de la ciudad.

Bueno te dare la razon y dire que es casual

No le gustaba discutir, bueno ahora tenia que encontrar cosas azules y navideñas para su sensei, calles atras habia visto adornos lindo azules con plateado.

Lo agarro de la mano y usando toda su fuerza lo jalo a una tienda que tenia adornos azules y plateados, quito su mano y le puso un adorno en el cuello, mientras que con movimientos agiles en los que parecia bailar, buscaba mas adornos.

Agarro unas luces azules, y mas adornos azules, todo conforme penso que le gustaria al sensei, aprovechando que ya estaban en la tienda fue a elegir adornos, rojos y dorados, sus colores puramente favoritos.

Saco la targeta de credito y pago todo al parecer le salio bastante barato a lo que ella acostumbraba pagar en las tiendas desde que tenia dinero.

-Tome sensei-

Le quito lo que le habia puesto en el cuello y le ofresio la bolsa con los adornos.

Se dejó llevar, comprendiendo que nadie deseaba seguir discutiendo por los modales del otro. No supo qué cosa de toda aquella tienda le gustaba; tan sólo miraba los adornos, sorprendido al ver tanta variedad de formas, materiales y maneras de arreglar objetos tan simples. Recibió uno de esos adornos en el cuello; una especie de cuerda brillante celeste que su voluntariosa pupila le había dado. Iba a hablarle pero se fue a elegir más cosas, el rubio puso ese adorno y otros adornos en sus brazos, y mientras seguía a su colega se fue llenando de más y más ornamentos, de tal forma que lucía cómo si fuera el maletero de aquella muchacha.

Al llegar a la caja, estaba totalmente dispuesto a sacar su dinero y pagar él por todo, tal como dictaban las normas comunes de la cortesía con una mujer. Recibió boquiabierto la bolsa con los adornos, para luego regresar a su seriedad habitual –Pero…¿Porqué hizo eso, Watanabe-kouhai? Yo debía pagar todo esto que ahora es mío, no usted-

Lo miro algo divertida, le gustaba la forma de ser de el, tal formal, tan caballeroso, tal propio, era muy linda su forma de ser, no podía evitar el hecho de querer lanzarse a sus brazos y abrazarlo, pero se contuvo entendió que seria mala idea para el humor de el.

-Heiwajima-sensei, por favor aceptelo como un regalo-

Se sonrojo ella no estaba acostumbrada a sentirse así por un hombre, de hecho estaba acostumbrada a no sentir nada por nadie, y su sensei le provocaba el sentir pena, cariño, le gustaba Heiwajima y era algo que ella no podía evitar.

Hubiera sido realmente épico el hecho de voltear y ver un anuncio de amor, pero nadia tenia tanta suerte como para provocarle un sentimiento así, y menos un anuncio.

-Lo aceptara?-

Pregunto inclinado su cabeza, y esperando pacientemente la respuesta de su sensei, sentía nuevas sensaciones en ella, cosas que ni por Shiki sentía ni llegaría a sentir nunca.

-Me ofenderia que no lo aceptara-

No era del todo cierto, en realidad era algo que no podría remediar, en realidad solo el azul no le gustaba, el rojo y el dorado eran sus colores favoritos.

Los ojos grandes y expresivos de una mujer lo miraron de tal forma que no pudo evitar sentirse ligeramente avergonzado por su conducta anterior. Ya no era cuestión de cortesía o de modales, sino de evitar hacerle daño a alguien que tan sólo le había brindado un favor sencillo sin esperar nada a cambio; la miró con algo de cariño, aceptando su ofrecimiento. –Está bien- Asintió –Lo aceptaré, pero no por cortesía, sino porque es un acto muy noble de su parte hacer eso- Sonrió ligeramente, pensando que tal vez no era justo dejar zanjado el asunto en ese punto –Pero, la próxima vez que surja algún gasto, permítame ayudarle…no tiene sentido ser llamado cómo su maestro si no puedo demostrarle la generosidad de uno-

-Aceptaria con gusto un cafe-

Sonrio la chica rubia en direccion a su sensei, las fichas que le habia dado Shiki ayudaban mucho pero el hecho de tener aun mas informacion de el ayudaba bastante.

-Un cafe o que me enseñara mas?-

Sonrio tomando en cuenta que ella no se referia para nada en armas de eso ya sabia suficiente, debia mas saber mas sobre la mafia, entender su funcionamiento, como debia actua, como debia ser enfrente de su jefe, todo lo que fuera necesario.

-O otro beso tambien lo podria solucionar-

Se rie y se pone enfrente de el con una larga y hermosa sonrisa, tan femenina que podrias sacarle foto y ponerla en una postal.

Oh esa mujer…esa extrañísima y hermosa mujer. Sentía que podía volverlo loco si no tenía cuidado; a veces era delicada y tierna cómo una chica de antaño y a veces era atrevida e independiente cómo una mujer moderna. No era algo que le causara rabia, pero si lo avergonzaba; ella ya sabría a esas alturas que su punto débil era la belleza, que no podía decirle que no a una sonrisa tan inocente como aquella. Mucho menos cuando venía de alguien con intenciones sinceras y que no tenía la forma superficial de ser de tantas chicas que habían intentado estar con él.

-Besos no, ya se lo dije, Watanabe-kouhai – Le dijo con menos seguridad de la que quería, a lo mejor el hecho de que se hubiera sonrojado cómo un colegial no ayudaba –Creo que el café sería mejor, ayudaría con el frío que está cortando el aire. Aparte, me dará otra oportunidad para responder sus preguntas…- Asintió y buscó con la mirada una cafetería cercana. –Allí- Dijo, señalando un lugar en el tercer piso del complejo.

La miraba distinto, ella se sentía afortunada, ella en realidad empezaba a sentirse diferente cerca de él, al notar su sonrojo, se sonrojo también ella, tanto era el amor que ella podía llegar a sentir por él, tal vez usar su cuerpo, para protegerlo de una bala, o matar a quien lo dañara, sentimientos que ella no entendía por qué su cuerpo los sentía y porque su cerebro le hacía desearlo.

-Me parece perfecto sensei-

Agarro su bolsa de adornos algo nerviosa, no había misión, ni persona que sufriera y implorara piedad enfrente de ella, que lograra ponerla nerviosa o ablandarle el corazón, pero su nuevo sensei le provocaba sentimientos que ella no podía evitar, él están sonrojado le provocaba cierta ternura, que tal vez le provocaban los niños en las calles cuando los veía pasar, o los gatos bebes, pequeñas cosas, pero nunca se los había provocado una persona, que tenia no sabía, tal vez solo estaba enferma, se toco la frente revisando si tenía temperatura o algo parecido.

-Escaleras o elevador?-

Le pregunto a su sensei, con una dulce sonrisa.

-En el elevador hay demasiada gente, aparte..- tosió ligeramente -No me gustan esas cosas mecánicas, parecen muy peligrosas- Dijo, cuando la realidad era que le causaban miedo. Le hizo una reverencia corta y empezó a caminar hacia las escaleras. Notó que aquella chica se demoraba algo en actuar; ¿estaría nerviosa?, pensó por un momento, aunque no parecía así. Tan sólo se sonrojaba un poco y lo miraba.

Supuso que no era nada importante entonces. -No deseo empezar a decir cosas por mí mismo, Watanabe-kouhai, así que esperaré a que usted misma me diga qué es lo que desea saber-

Se puso más nerviosa, preguntar o no preguntar, cosas que su cerebro le pedía, estar sintiendo estas cosas no era normal, y que pasaba si él la traicionaba o tenía otra persona importante para él, no, no le preguntaría eso, sería arriesgado, y no quería sentirse débil, si él la lastimaba.

-Por que no tiene pareja?-

Sintió levemente el aire por su cabello y se sonrojo de nuevo, había sido demasiado directa, tal vez, pero ella no quería sentirse mal después, y era mejor romper la flor de esperanza pronto que ilusionarse tontamente.

-Digo, que debo saber de la mafia japonesa, que me pueda ayudar en el futuro-

Gracias al cielo llegaron a la cafetería antes de que cometiera otra tontería, rápidamente pasaron a una mesa, y ella se sentó tranquilamente, mientras observaba a una acaramelada pareja que compartía un café.

Trato de corregir su errores cometidos en la escalera con aquella pregunta, y de todos modos, que tipo de esperanza podía haber él no le había dado ninguna señal, y esto que sentía tal vez luego la volvería como la pareja de la mesa de al lado, estúpidamente enamorados, pensando en que haría el para hacerla aun más feliz a ella, y como debía comportarse ella con el, cosas vánales y tontas.

-¿Pareja?- preguntó él de forma totalmente inocente, pensando en que ella preguntaba sobre porqué sus trabajos de asesinato siempre se realizaban a solas, subiendo las escaleras le respondió con toda confianza –Realmente es porque aún no he encontrado a nadie que comparta metas y métodos conmigo….todos son demasiado arrogantes o demasiado apresurados para mi gusto. No se toman esto- se refería al trabajo, sin saber siquiera que ella se refería a algo más personal –cómo un arte o una labor de delicadeza, sino cómo un negocio- Dijo mirando al suelo, susurrando por un momento, dándose cuenta de algo vital –En el trabajo y en el amor pienso lo mismo…-

Se quedó callado por un momento, sin saber qué decir; había dado un trozo de información sumamente importante, antes de sentarse, suspirar y rogar silenciosamente a los espíritus que aquella mujer no se aprovechara de lo que había oído.

-¿Sobre la organización?- dijo algo distraído –Que en la unión está nuestra fuerza, y que la lealtad a nuestro Señor es lo que nos hace grandes, en primer lugar- dijo sencillamente, observando cómo la mirada de su discípula se desviaba hacia la pareja de al lado.

No supuso nada, no quería suponer nada en ese momento. Sólo pensó en el café.

-A de ser lindo enamorarse-

Fue lo único antes de desviar su cabeza hacia el café, hablaba de Shiki, el hombre que la había salvado de la cárcel, en ese entonces tal vez aun estaba calva, ya después en sus entrenamientos con las armas, había crecido un poco mas su cabello.

Tal vez su cabello empezó a marcar su vida, o al menos así lo veía ella, empezó a crecer su cabello al igual que ella, por la blusa que traía se daba cuenta que también se había desarrollado su cuerpo y no solo sus habilidades.

-Entonces fidelidad a Shiki-

Termino de darle la vuelta al café, con la cuchara hacia formas en el, corazón, me sonroje, mi mano hacia esas formas sin que yo quisiera, no sabia si enojarme por no controlar mis emociones.

-Puedo ser tu pareja-

Se sonrojo por completo, sacudió la cabeza, y sonrió, aun sin verlo a los ojo, lamio la espuma que había en la cuchara y lo vio a los ojos.

-De.... de misiones, ya sabes, para que aprenda mas.... y te ayude-

Su voz temblaba, y se trabo en algunas ocasiones, estaba sonrojada, en realidad quería decir pareja de misiones? O era pareja de algo mas, bueno ya no importaba, lo dicho estaba dicho, solo.

-Claro si llegas a querer-

Sonrió dulcemente, esperando la respuesta de el, aun con la cuchara en la boca.

Era tierna. Realmente lo era, pensó el rubio; si bien era una chica fuerte, parecía estar terriblemente perdida con respecto a sus propias acciones, estaba sonrojada en aquel mismo instante tras haber preguntado algo que podría entenderse de muchas formas. Lo cierto es que el asesino las había entendido todas, y aunque no sabía muy bien qué hacer, si tenía un gran deseo de hacer que ella se calmara al menos, y tal vez sacarle una sonrisa. Eso último era porque aquellos que estaban felices respondían mejor a las lecciones morales, se dijo…

Aunque lo cierto es que aquella chica tan sincera le resultaba tierna, cómo una especie de criatura que no encajaba en aquel panorama, igual que él, aunque de una forma radicalmente distinta.

-Sí, si quiero que estemos juntos en las misiones, Watanabe-kouhai. Sería muy beneficioso para ambos; yo le enseñaría sobre la Organización y sobre mis métodos de trabajo, y usted me permitiría conocer más sobre el mundo moderno…sobre todo aquello que pasa a mi alrededor y no sé- Miró hacia otro lado, pensando en qué tenía que decir para que no le malinterpretaran.

-Aparte de eso, es muy bueno que nos conozcamos, así podremos dar mejores frutos al Shogun…- Dijo cuando en realidad lo que deseaba era conocerla más. Maldijo sus reservas con respecto a las mujeres, esa parte de su mente que le impedía ser más sincero con ella.

Se relajo un poco, y volteo a verlo de nuevo, se emociono, con la pregunta que no sabia que si era en forma de interés o solo para que ella levantara la cabeza.

-Bueno, quede huérfana desde muy chica-

Empezó a hablar de si misma cuando el le mencionó el tema de conocerse, no era la típica chica que se había prostituido o algo, en realidad lo veía como algo sucio, aunque bueno su vida en realidad nunca fue sencilla, y tal vez en ese entonces eso hubiera sido la mejor opción.

-Vivía en las calles, nunca he conocido a alguien que sea agradable conmigo-

Error, su sensei estaba siendo realmente muy dulce razón por la cual tal vez ella sintiera un vuelco en su corazón.

-Veía anuncios de cosas románticas y de amor o amistad pero nunca he sabido que significan o porque, la gente siempre fue brusca conmigo, pero supongo que eso me volvió dura-

Se encojio de hombros, mirando a las parejas, todas tan juntas, tan llenas de eso que llamaban amor, cosas sin sentido, o bueno no del todo.

-Hasta que usted fue amable conmigo, gracias-

Sonrió, y siguió recordando como le había ido de mal, que mas podía contar, que mas cosas de su pasado.

-Estuve en la cárcel muchos años, una compañera de celda me dejo calva, si no mi cabello seria largo y enredado-

Río dulce mente.

-Ahora si gusta, puede contarme de usted?-

Sonrió intentando buscar los ojos de el, aunque cada vez que lo veía, su mundo se ponía de otro color.

La escuchó, confundido por todo ese caudal de información que estaba recibiendo. Entendía todo aquello que la muchacha le decía, y ciertamente tenía sentido que con un trasfondo así, hubiera terminado en la Organización. Miró al suelo cuando lo elogió; todo resultaba exageradamente confuso; el porqué le contaba todo eso era un misterio, así como la razón de porqué ella se mantenía tan interesada en alguien cómo él. Si fuera el Shogun o incluso el chico aprendiz, tendría mucho más sentido.

Pero no era momento para enredarse en pensamientos que no ayudaban. Le habían hecho una pregunta sencilla, así que respondió cómo si no fuera nada especial.

-Nací en una aldea del Norte, me criaron mis abuelos, fui a la escuela, trabajé de granjero hasta que ambos murieron. Las deudas me dejaron sin posibilidad de tener tierra o trabajo decente, vine a Tokio a los 14 años siendo un espadachín decente y a partir de ahí empecé a trabajar….si usted me entiende, señorita…- La miró a los ojos con una expresión indescifrable. Aquella era su versión resumida del asunto, y esperaba que eso le sirviera cómo respuesta a su interlocutora.

Se pone un poco triste.

-Pobre sensei-

Le dio un largo sorbo a su café, y por alguna extraña razón, se sentía mas atraída por él, era muy extraño, dado a que no entendía por que, al principio pensó que fue, por que era su sensei y tenía más experiencia que ella, pensando que sería un gran asesino y podía aprender mucho de él.

-Creo que me está empezando a gustar sensei-

Dijo agarrando la cuchara y sonrojándose, para darse cuenta que había empleado mal las palabras, tal vez su sensei, ya estaba pensando otra cosa, y ella no quería eso.

-Digo, su compañía, claro está-

Sonrió, y tomo otro poco de café, se puso nerviosa por algo que había dicho, realmente sin pensar, eran muchas palabras y ella ya estaba pensando que significaban, aunque en su cabeza no tenían mucho significado ya que nunca se había sentido así.